Historias de niños que han sido criados por animales salvajes
Increíbles historias, fuera de la mitología y el folclor, de niños que en pleno siglo XXI fueron criados por animales salvajes.
En la mitología y el folclor, incluso en
los modernos, es más o menos iterativa la figura del niño criado por un
animal. Los más célebres son sin duda Rómulo y Remo, amamantados por
una loba, pero también Zeus abandonado en Creta y criado por la cabra
Amaltea y por la miel que le proporcionaban las abejas (y aquí podríamos
establecer un paralelismo y reparar en relación entre el poder político
y su crianza salvaje).
Asimismo, en la imaginaria moderna, quizá los ejemplos más conocidos sean los de Mowgli, en The Jungle Book de Rudyard Kipling, y Tarzán, original de Edgar Rice Burroughs, ambos popularizados por la industria hollywoodense.
Sin embargo, existen casos reales, ya en
el siglo XXI, de niños que por un extraño destino comenzaron sus días
en compañía de un animal, tomando de este sus primeras enseñanzas.
Uno de ellos es el de este niño ruso cuya madre tuvo la singular idea de
llenar su casa de pájaros trinantes, decenas de jaulas apretujadas en
un pequeño departamento de solo 2 habitaciones y, encima, sin mediar
palabra entre madre e hijo. En 2008, cuando el niño fue hallado a la
edad de 7 años, era incapaz de hablar y se comunicaba, especialmente con
las aves, solo silbando y agitando sus brazos como si se tratara de un
par de alas.
Otro caso que en su momento llamó poderosamente la atención pública fue
la de un niño, también ruso, que en 2007 se encontró entre una manada de
lobos en Kaluga, una región de Rusia Central. Al niño se le calcularon
entonces unos 10 años de edad y sorprendió por sus rasgos notoriamente
parecidos a los de un lobo: dientes fuertes y afilados, largas uñas en
sus pies que semejaban garras y un andar lobuno, además de
comportamiento agresivo. El niño, llamado entonces Lyokha, escapó del
hospital donde lo atendían apenas un día después de su hallazgo.
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